La atención positiva consiste, como su propio nombre indica, en prestar atención a las conductas positivas del/la niño/a. Estamos muy acostumbrados/as a prestar mucha atención a conductas negativas, pero no solemos preocuparnos lo suficiente por reforzar las positivas.

Esto sucede porque a veces los/as niños/as dan muchos motivos para que nos fijemos en lo mal que hacen las cosas y, tanto nos vamos crispando durante el día, que al final no estamos en calidad de observar las cosas positivas:

1) porque “no se lo merecen” y

2) porque estamos tan cansados/as que no nos apetece ponernos a observar.

Pero esto es un error, ya que si sólo focalizamos nuestra atención en las conductas negativas, el mensaje que le llega al/la niño/a es: “Mamá/papá sólo te prestan atención cuando haces algo mal, así que sigue así si quieres más atención”. Por supuesto el niño/a no piensa esto, pero su actitud irá en este sentido si la atención por parte de los mayores entra en la dinámica que comento.

Por eso es muy recomendable llevar a cabo dos estrategias para romper dicha dinámica:

  1. Por un lado, retirada de atención ante conductas negativas (siempre y cuando éstas no conlleven un daño a otra persona, animal o cosa importante). Cuando el/la niño/a se empecina en no hacer caso o desafiar alguna norma, lo mejor que podemos hacer es dejar de prestar atención RADICALMENTE dejando claro un mensaje: “Así no conseguirás nada, tú sabrás lo que haces, pero no vas a obtener nada de mí con esa actitud”. Esta y no otra debe ser nuestra actitud ante las conductas negativas del/la niño/a.

Si la cosa se pasa de la raya (hacer daño a una persona o animal, o romper algo), entonces primero centraremos nuestra atención en la persona, animal o cosa agredida. Y después, sólo después, centraremos nuestra atención en forma de reprimenda o castigo hacia el/la agresor/a. El mensaje que mandamos con esto es: “Ahora mismo tú no eres el/la importante, lo importante es quién ha sufrido el daño”.  

  1. Como contrapunto a esta estrategia, practicar atención positiva o, dicho de otra forma: “Pillar al/la niño/a siendo bueno/a”. Esto significa que cualquier mínima cosa que esté bien hecha, cualquier mínimo gesto de solidaridad, generosidad, bondad… que tenga el/la niño/a debe ser reforzado mediante un reforzador social (un alago, un “me gusta mucho cómo has hecho eso”, posar nuestra mano sobre su hombro, comentarle lo orgullosos/as que estamos de él/ella… y cualquier cosa que nuestra imaginación nos permita). Además, nos preocuparemos en buscar de forma activa estas señales, que existen, pero que normalmente pasan desapercibidas.

pensamiento_positivo

Al combinar estas dos estrategias nos estaremos convirtiendo en líderes que practican la justicia, con un mensaje claro hacia e/la niño/a: “Para mí es como si no existieras cuando te comportas de una manera negativa, pero me tendrás para todo lo que quieras cuando seas capaz de comportarte bien según las reglas establecidas”. Por este motivo es importante establecer unas reglas claras en casa, para tener un marco de referencia.

Si llevamos a cabo una y otra vez estas estrategias (sobre todo la atención positiva) estaremos en el mejor camino para invitar al/la niño/a a repetir ciertas conductas positivas en el futuro y a reprimir las negativas.

Aún y así, no hay que olvidar NUNCA que un/a niño/a es inmaduro/a por  naturaleza y que si pretendemos la excelencia en madurez vamos a toparnos con un muro constantemente. No se trata de que el/la niño/a sea perfecto/a (porque eso es imposible, más cuando hablamos de un/a niño/a que padece TDA-H y/o un trastorno de conducta), pero sí de que vaya creciendo con unas directrices claras y contundentes. En la medida de lo posible DEBEMOS ACTUAR SIEMPRE DE LA MISMA MANERA.

Bien, vamos a ver algunos ejemplos de refuerzo positivo cuando vuestro/a hijo/a haga algo que os satisface:

Como veis, la imaginación no tiene límites a la hora de reforzar con palabras y/o gestos una conducta positiva.

Un apunte. En mi experiencia profesional puedo comprobar cómo algunos/as chicos/as no aceptan bien los halagos, ya que se sienten infantiles o heridos en su orgullo. Su actitud es la siguiente: “¿Por qué me dices lo bien que he hecho eso? ¡Ya lo sé, no soy un niño pequeño!”. Para este tipo de comportamiento, mejor que decir <<me encanta cuando recoges la ropa del cuarto>>,  es simplemente pasar por su lado justo después de hacer algo bien y sonreírle, besarle, abrazarle, tocarle el hombro, la cabeza, etc. Gestos que no hacen evidente por qué te estoy reforzando, pero al final te estoy reforzando justo después de la conducta positiva deseada.

Insisto, lo mejor es hacer evidente el POR QUÉ TE ESTOY REFORZANDO, pero ante niños/as que no aceptan este tipo de halagos verbales, utilizaremos los reforzadores no verbales.

En resumen:

Y recordad, esto no es magia, requiere paciencia y un ejercicio activo diario para “pillar a tu hijo/a siendo bueno/a”.

¡Ánimo y a practicar!


Alfonso

Referencias:

PORT-Hijos_desafiantes