En el día a día de mi práctica clínica, siempre surge de una manera rápida y dolorosa, la enorme dificultad que supone para las personas que conviven con un ser querido (pareja, hijo, hermano, familiar..), que padece TDAH; mantener con entereza y persistencia ese cariño, ese amor, conforme avanza el tiempo y el TDAH sigue estando presente.

Durante toda la vida el patrón que conforma la sintomatología de una persona con TDAH, interfiere y condiciona sus relaciones con las personas con las que convive y a las que ama.

Se generan muchas contrariedades y se hieren los sentimientos, pero se cometen muchos errores porque, aunque se intenta, no se pueden cambiar los comportamientos, en gran parte debido a que la desaprobación no es una cura para el TDAH.

Los problemas siempre empiezan igual: la persona con TDAH hace algo mal (se olvida de un compromiso, habla sin pensar, deja sin terminar lo que empezó, se porta mal…) y alguien, muy cercano a ella, sufre las consecuencias o se siente mal. Se sienten frustrados o enfadados (ambos), y pasan algunos días disgustados o noches sin dormir tratando de llegar a soluciones. Dice que se preocupa por hacerlo mejor, pero claro el cuidado no es suficiente, se necesita comprensión también.

Cuando se ama a una persona con TDAH se entiende que la vida es más difícil, pero la vida también puede ser más viva y más gratificante si se encuentra una manera de romper el ciclo de culpa-control que sostienen juntos.

Para ello nos pueden servir algunas pistas.

A menudo la persona con TDAH es el garbanzo negro, el bicho raro; ha sido así desde siempre y nunca ha sentido que estaba lo suficientemente bien. El trastorno no sólo es invisible, sino que además está mal visto, poco entendido, y provoca en los seres queridos que conviven con él, dolor y sufrimiento; esta es una sensación terrible.

Por lo general, transmiten a la persona con TDAH que no pueden creer cómo actúa, sólo está acostumbrada a ello; y la mayoría de las veces, sólo con sus ojos le dice que le parece que está inventando excusas….otra vez; que no puede creer que le diga de nuevo lo difícil que le resulta completar una tarea sencilla. Esta incredulidad sólo acrecienta el pesar.

La mente del TDAH es bombardeada constantemente con pensamientos que vuelan dentro y fuera de ella más rápido de lo que se podría esperar para organizarlos o procesarlos. Existe mucho ruido en el interior de su cabeza y, a veces, no puede comunicar sus pensamientos. Cuando se encuentra en un espacio tranquilo, un hueco para dejar que los pensamientos vayan más lentos, se puede comunicar más claramente y con calma; y le hace falta tiempo para encontrar ese espacio.

Cuando los pensamientos con exceso de velocidad bombardean su cerebro, no puede hablar o concentrarse en el trabajo. Su conocimiento se apaga y sus emociones comienzan a controlar todo lo que hace, pero sin los reguladores emocionales que permiten a los pensamientos racionales guiarle a pesar de lo que siente.

Ante esta situación, lo deseable es esperar a hablar cuando la intensidad interna sea menor y exista la suficiente tranquilidad para reflexionar y pensar antes de hablar.

Asumimos que el TDAH está dañando las relaciones. Esta aceptación le quita parte del estigma negativo que se le atribuye y normaliza el TDAH como parte de sus vidas. Así que es necesario saber sobre el TDAH y cómo afecta el cerebro biológicamente; las explicaciones científicas ayudan a desentrañar el misterio de este trastorno desconcertante. Aprender los hechos y luego aceptar la realidad de que es una parte de su vida.

Se camina al borde de la ansiedad en bastantes momentos del día, el imaginar eventos catastróficos (soñar despierto) es demasiado habitual en una persona con TDAH, un pensamiento fugaz es, muchas veces, más que suficiente para crear una escena exagerada en su mente. Y, tratando de hacer frente a esta situación (real o imaginada), en muchas ocasiones se enfada o aísla, ese es su mecanismo de supervivencia, la forma en la que ha aprendido a hacer frente a su ansiedad. No siempre es sana o lógica, pero es la que emplea y , por supuesto, le podemos ayudar a mejorarla.

Puede también concentrarse intensa y profundamente en las cosas que le gustan, a veces tan absorbida en su tarea que no ve, oye o piensa en otra cosa. A veces, ella misma alimenta y alienta esta hiperconcentración cuando está ocurriendo, porque tiene miedo de que, si se interrumpe, no vaya a ser capaz de concentrarse de nuevo con la misma profundidad, visión y percepción. Si se le interrumpe, posiblemente se cree un incómodo desconcierto, que puede generarle ansiedad y enojo. Es más adecuado, en esas situaciones, preguntar cuándo sería un buen momento para hablar, pasear, tomar un café… pero no ahora.

El TDAH no es una excusa para la irresponsabilidad. Es una condición médica real, y significa que lo que parece fácil, puede ser difícil para la persona que lo padece; pero eso no implica que no pueda hacer algo, sino que es mucho más difícil para ella. Las tareas simples o aburridamente sencillas (hacer cuentas, abrir el correo, organizar facturas, clasificar documentos…) son tremendamente tediosas y fatigosas para ellas.

Es perfectamente comprensible que se desee criticar y corregir estos comportamientos, pero aceptando y conociendo esta realidad, se puede entender que las dudas y decepciones no harán esas tareas más fáciles para ellas, sin embargo el estímulo sí que podría ayudarles a no darse por vencidas; es importante por lo tanto, y aquí está la pista, reconocer
todos sus éxitos, no importa lo pequeños que sean.

Los plazos les son útiles y los recordatorios también, porque si no, las fechas no se registran, el futuro es vago y borroso. Los plazos ayudan porque son objetivos con fecha que hacen que el futuro sea una realidad, y la presentación del recordatorio determina su reacción.

Cuando se siente frustración o molestia por tratar de ayudar a un ser querido “de nuevo, otra vez más”, la tentación comprensible es centrarse sólo en los rasgos negativos; es muy difícil recordar las buenas cualidades, e incluso hacer una lista de ellas, se siente como que se van a establecer expectativas poco realistas que pueden conducir a la decepción.

En momentos como este, hay que tratar de aceptar a sus seres queridos como son. No perder nunca de vista las impresionantes cualidades de su ser querido. Si se trata de su pareja, retroceda en el tiempo y recuerde y visualice (las visualizaciones son muy poderosas) la personalidad amante de la diversión e impulsiva de la que se enamoró;
uno puede amar de nuevo, como si se conociera por primera vez. Si se trata de su hijo, recuerde y visualice el sentimiento de pertenencia a su bebé recién nacido en sus brazos por primera vez, y la multitud de ocasiones en las que ha disfrutado con él.

Las palabras de aliento ejercen mucho más poder que los insultos, quejas o humillaciones. La persona con TDAH necesita desesperadamente alguien que crea en su capacidad para lograr el éxito, en parte porque a menudo es muy difícil para ella creer en sí misma. Es importante hacerle saber que se está en el mismo equipo con ella, que se trabaja para el mismo objetivo, y a la vez recordar que aprenden mucho de esas interacciones positivas; cuando se es paciente con ellas, aprenden a practicar la paciencia; cuando se les habla con amor, asimilan y ejercitan el cariño.

La persona con TDAH, aunque no siempre es obvio, muy dentro de su corazón y de su alma sabe que le está haciendo daño a las personas queridas que conviven con ella. Y se siente mal consigo misma cuando ellas se molestan; sabe que es difícil de tratar a veces y siente vergüenza y culpa por ello. Durante gran parte de su vida, otras personas les han dicho que no estaban haciendo el suficiente esfuerzo o empleando todas sus fuerzas en conseguir sus objetivos. Estas palabras se arraigaron y provocaron la duda, la preocupación y la ansiedad. Actualmente se les sigue diciendo que nunca fueron lo suficientemente buenas y que probablemente todavía no lo son; viven con eso todos los días.

Las relaciones con una persona con TDAH pueden minimizar la alegría de su vida, eso es cierto. Y es muy probable que se sienta una carga desequilibrada de la responsabilidad en esta relación, por ello es importante no hacer de la condición del TDAH de un ser querido un núcleo monotemático que condicione y absorba su vida.

Cuando un ser querido padece TDAH, no hay que olvidarse de que la persona que convive con él también debe buscar tiempo para sí misma, hacer cosas que le hacen feliz; el estrés y el agotamiento que puede causar esta situación es malo para su salud mental y física.

Por lo tanto debe procurar dar un paseo, ir a la playa, salir a divertirse con amigos, sentarse en un parque, ir al cine, aprender a meditar, leer un libro…..y, si alguna vez quiere invitar a su querido TDAH…..a lo mejor le gustaría acompañarle.


Carmelo Pérez García
Psicólogo Clínico – Ampachico