En mi trabajo diario con niños y niñas puedo observar cierta tendencia actual hacia su hiperacademización, por un lado, y la hiperestructuración de su tiempo, por otro.

Seis horas por la mañana de colegio o instituto, más las clases particulares por las tardes, el inglés, la música, el estudio y la fuerte carga de deberes que suelen llevar a casa. Además, está el deporte que realizan (por suerte) muchos/as de ellos/as, pero que no deja de ser una actividad marcada, sin mucho o ningún espacio a la improvisación. Me pregunto si un/a niño/a puede realmente ser feliz con tal nivel de estructuración de su tiempo. En mi experiencia, suelen echar de menos el tiempo libre de verdad, aquel donde el reloj y los horarios no entran.

Como digo, en esta creciente tendencia social, buscamos la adultez temprana de los/as niños/as y aquí no cabe el tiempo libre sin más. ¿La indudable buena intención de sus padres y madres? Ofrecer todo lo que puedan para preparar a sus hijos/as de cara a la futura vida adulta y el mercado laboral.

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En un artículo publicado en el diario La Voz de Galicia, se habla de la hiperpaternidad*. Cito textualmente:

“padres que ejercen de chóferes, entrenadores, guardaespaldas, profesores particulares y mayordomos… en resumen: estresados, que acaban criando hijos agobiados que crecen incapacitados por exceso de protección. Las causas, según explica el experto Carl Honoré en el libro, pueden buscarse en la «tormenta perfecta en la que intervienen la globalización y un aumento de competencia que, unidos a la inseguridad cada vez mayor en los lugares de trabajo, nos han hecho más ansiosos respecto a preparar a nuestros hijos para la vida adulta». En resumen: «hoy queremos dientes perfectos, un cuerpo perfecto, las vacaciones y la casa perfecta y, obviamente, los niños perfectos para completar el cuadro». A esto hay que sumar el estrés del estilo de vida que nos han impuesto, que transmitimos a nuestros hijos con ese omnipresente «¡corre!» que nos persigue sin descanso y hace que, como explica la pedagoga Cristina Gutiérrez Lestón, «toda esta falta de tiempo y de espacio para ‘ser’ genere una serie de carencias emocionales en muchos niños y niñas, que no saben desenvolverse en un grupo de gente. Se sienten débiles y con un montón de miedos».

En la línea de estas elocuentes palabras, me planteo si el Sistema tiene otras intenciones. ¿Niños/as que en lugar de ser niños/as sean “pequeños robots” con el tiempo y las actividades completamente estructuradas? ¿Tal vez detrás de esta filosofía se esconde una perversa intención de crear piezas laborales “perfectas”, faltas de criterio y creatividad, espontaneidad y pensamiento crítico, para que el Sistema siga funcionando tal y como a los Poderes fácticos (y no tan fácticos) les interesa? No lo sé, pero me huele que van por ahí los tiros.

Por otro lado, en nuestro modelo laboral actual deben trabajar las dos partes de la pareja para sobrevivir al coste de la vida. Esto conlleva un precio muy alto, no poder dedicarle a los/as niños/as el tiempo que requieren y se merecen. Al no poder permitirnos este “lujo”, podemos caer en la solución de buscar todo tipo de actividades extraescolares. Con dos objetivos: Poder liberarme para atender a mi jornada laboral y seguir preparándoles en su jornada extraescolar para el futuro laboral.

Además, nos enfrentamos al ocio tecnológico en casa. Juegos diseñados para que el/la niño/a no tenga que interactuar con nadie a la hora de divertirse. La tentación está en que este hecho deja más tiempo a sus padres y madres para atender al resto de tareas domésticas después del trabajo o, en el mejor de los casos, para descansar.

En cualquier caso, en esta tendencia social de hiper-academización y una fuerte estructuración de todo el tiempo de los/as niños/as, se nos está olvidando que la infancia es algo mucho más importante que una tremenda carga de responsabilidad. Muchas veces olvidamos dejarles espacio para jugar, para hacer lo que realmente les gusta, para tirarse al suelo toda la tarde y estimular su imaginación; se nos está olvidando dejarles espacio para que se aburran.

Has leído bien, espacio para que se aburran. Según algunas opiniones profesionales (entre las que me incluyo) el aburrimiento es el motor de la creatividad. Si un/a niño/a tiene todo su tiempo estructurado (incluso las actividades deportivas extraescolares o su tiempo libre) y no le queda espacio para el aburrimiento y la improvisación, entonces no inventará formas de divertirse. Maneras para estimular sus relaciones sociales, crear una red de amigos/as fuera de las redes sociales (valga la redundancia) y aprender lo que no se puede aprender en los libros.

¿Qué se puede hacer, entonces, en un sistema cuya tendencia es hacia la estructuración completa del tiempo y quien decide no seguir esta corriente tiene el riesgo de convertirse en un/a paria? Te dejo algunos consejos:

  • Estimula el tiempo libre de tu hijo/a sin pautas prefijadas.
  • Crea un tiempo especial para jugar con él/ella. Es fundamental que los/as niños/as sientan que sus padres y madres también tienen tiempo para ellos/as.
  • Déjale también tiempo para que se aburra con la intención de que su mente comience a funcionar de forma creativa, espontánea y autónoma.
  • Controla el tiempo de videoconsolas y otro tipo de juegos tecnológicos, ya que están diseñados para abstraer la atención y ser muy atractivos. Un uso razonable de la tecnología puede ser beneficioso, pero en dosis altas promueven el sedentarismo, tienen el riesgo de crear adicción y dejan la imaginación en un segundo plano, entre otras muchas cosas.
  • Promociona en casa los juegos de ingenio, de mesa, de palabras y números, de estrategia, de dibujo, de piezas para montar… Esto hará que su imaginación e ingenio no paren de crecer y le invitará a solucionar problemas durante el juego relacionándose con los demás.
  • Estimula, así mismo, la lectura. Como decía un eslogan televisivo: “Si tú lees, ellos leen”.
  • Crea planes familiares que requieran movimiento y salir de casa: Dar un paseo en bici, ir de senderismo, jugar con la pelota…
  • Para los/as más pequeños/as, estimula sus relaciones en los parques infantiles u otros lugares donde haya más niños/as de su edad.
  • Para los/as más mayores, estimula sus relaciones sociales, no dejes que dedique todo su tiempo libre a estar en casa. Los/as niños/as necesitan enfrentarse a la vida real. Un grupo de amigos/as es la mejor manera, porque tendrán que desenvolverse en un pequeño microsistema con el que relacionarse, crear estrategias de resolución de problemas, comunicarse con sus iguales, ganar tolerancia a la frustración, aprender a respetar otros puntos de vista, tomar decisiones en grupo, gestionar sus emociones…
  • Déjales autonomía para hacer las cosas por sí mismos/as, aunque no las hagan perfectas o justo cuando tú quieres.
  • Habla con ellos/as, estimula la conversación en casa, escucha sus preocupaciones y problemas. Aunque para ti sean absurdos, para tu hijo/a representan su mundo y tienen mucha importancia.

En definitiva, REGÁLALE A TU HIJO/A UN POCO DE TU TIEMPO DIARIO, porque como diría el Doctor Russell Barkley: “El éxito como padres no está en que tu hijo sea perfecto, sino en que pasados veinte años siga queriendo volver a casa por navidad”.

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*Referencia: La Voz de Galicia. <<¡Cuidado! Llega la hiperpaternidad>>.

Autora: Marta Otero. Publicado: 21/03/2016.


Alfonso García-Donas Sepúlveda
Psicólogo de Ampachico