CONSEJOS PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA DE TUS HIJOS/AS
En el artículo anterior hablábamos de cuál era la “peor receta” para mejorar la autoestima de los/as chicos/as con TDA-H. Bien, el objetivo de este segundo artículo es complementar aquellos consejos con los de la “mejor receta”. Vamos allá.
LA MEJOR RECETA

Acéptale como es
No valores sólo sus éxitos y competencias. Acéptale tal y como es, haciéndole sentir único/a. Tal vez no se le den bien las mismas cosas que al resto de sus compañeros/as, o tal vez necesite más tiempo para aprender algo, pero sin duda debe haber algo que sea capaz de hacer con cierta competencia.
Si a tu hijo/a se le da bien clavar puntillas, ¿por qué no preparar una tabla enorme sobre la que clavar mil puntillas? Y cuando se acaben, mil más.
Descubre qué tiene de especial y díselo
Practica la alabanza, teniendo en cuenta sus dificultades y grado de esfuerzo. Como ya ha sido dicho, no busques la excelencia si tu objetivo es reforzar positivamente una conducta. Por lo tanto, quédate con la parte buena de dicha acción, aunque ésta sea la parte más pequeña. Luego, en lugar de criticarle, guíale para hacer aquello bien, con tu ayuda, codo con codo.
Finalmente, verbaliza todos los aspectos positivos de su conducta, insisto, aunque dichos aspectos sean pequeñitos. A esto se le llama “pillar a tu hijo/a siendo bueno/a”. Es decir, obsérvale y refuerza con tus palabras o gestos cada pequeña acción positiva.
Cree en él/ella
Ofrécele confianza proponiéndole responsabilidades con tu supervisión y ayuda. Como ha sido comentado, no dejarle que haga las cosas por sí mismo/a es el equivalente a no darle confianza, por lo tanto se da por sentada una ineptitud que no siempre es real, o no tanto como imaginamos.
Puedes empezar ofreciéndole actividades con la que sabes que puede conseguir éxitos fácilmente: Tareas cotidianas, acciones cortas y fáciles, recados sencillos… Échale imaginación.
Analiza tus mensajes
Éstos se han de convertir en mensajes positivos que le indiquen qué se espera de él/ella (sin olvidar dónde están sus dificultades).
Intenta siempre mantener tu discurso en positivo. Si yo te digo: Cierra los ojos y NO PIENSES EN ELEFANTES ROSAS. Si ahora mismo cierras los ojos, lo más probable es que pienses justamente en eso. Esto ocurre porque al cerebro le cuesta entender los mensajes en negativo, he ahí una razón por la que los/as niños/as muchas veces tienden a hacer lo contrario de lo que se les pide.
Por ello, mantén tu discurso en positivo. En lugar de decir “¡No hagas eso!”, intenta decir: “Eso que haces está mal, podrás seguir jugando cuando estés dispuesto a jugar sin pegar”.
Haz uso del lenguaje de la autoestima
Háblale desde la asertividad, es decir, diciéndole cómo te sentiste cuando hizo lo que hizo.
Usa esta estrategia sobre todo si tu hijo/a es adolescente. Hazle entender cómo te hace sentir su comportamiento en ciertos momentos y dile en términos positivos lo que esperas de él/ella. Y esto ha de ser independiente del castigo (si es que lo hay) por sus acciones.
Por lo tanto, mejora tu comunicación con tu hijo/a, utiliza un lenguaje positivo y evita acusaciones, ridiculizaciones y comentarios irónicos. Recuerda que todo eso sirve para nuestro propio desahogo, pero tiene poca capacidad pedagógica.
Practica la atención positiva
Como ya ha sido comentado, la atención positiva no es más que “¡Pillar a tu hijo/a siendo bueno/a”. Para ello, usa palabras como: “Estupendo”, “Así se hace”, “Me gusta mucho como…”, “Confío en ti…”.
Además, es más que recomendable que seas específico/a en tus elogios: “Bonito dictado, mira esta palabra qué bien te ha salido” (aunque sea la única palabra bien escrita), “este ejercicio te salió genial” (aunque sea el único ejercicio que le ha salido bien), “me encantó cómo paraste el gol en el último momento” (aunque hayan perdido 4-0).
Respeto y confianza
Como ha sido dicho, dale responsabilidades fáciles de conseguir y confía en él/ella. Si algo sale mal, enderézalo sin criticar, y ten claro que no pasa nada porque no salgan las cosa a la primera, ni a la segunda, ni a la…
Acuérdate de cuando aprendías a montar en bici. Imagínate que cada vez que te caías tu padre o tu madre te hubiera regañado entendiendo que lo hacías adrede, que te caías de la bicicleta no por falta de habilidad, sino por para molestarles. Si esto hubiera pasado, ¿con qué ganas te volverías a subir a la bici? Exacto, con ninguna.
Bien, por esta misma razón es positivo no criticar los errores de los/as niños/as, sino restarle importancia a la vez que les guiamos para que lo hagan bien, comentando en voz alta cada acción positiva y elogiando al/la niño/a.
Saborea con él/ella las mieles del éxito
Siempre hay cosas positivas que elogiar. Por eso, mi consejo es que hagas grandes elogios de pequeños logros.
Hazle sentir especial por cosas que otros/as niños/as hacen con los ojos cerrados. Cuidado con aquello de: “No le voy a elogiar por algo que es su deber”.
Es normal pensar que un/a niño/a no se merece una alabanza por preparar bien la mochila, o por ayudar en ciertas tareas… Al fin y al cabo, es lo que debe hacer. Sin embargo, estas y otras pequeñas acciones serán dignas de mención y de ser tenidas en cuenta como éxitos si normalmente no lo hace o le cuesta mucho hacerlo bien.
Insisto una y otra vez, el objetivo es hacerle sentir bien por aquellas pequeñas cosas positivas.

A título de resumen, la mejor receta podemos encontrarla en las siguientes pautas:
- Acéptale como es.
- Descubre qué tiene de especial y díselo.
- Cree en él/ella.
- Analiza tus mensajes.
- Haz uso del lenguaje de la autoestima.
- Practica la atención positiva.
- Respeto y confianza.
- Saborea con él/ella las mieles del éxito.
Bien, con todo, te animo a que lleves a cabo en casa las buenas prácticas. Coge los consejos expuestos de “la peor receta” y aplícalos junto con los de “la mejor receta” para conseguir un menú de la autoestima sano, equilibrado y potente.
Sigamos, pues, el consejo del gran psicólogo social Abraham Maslow cuando dijo: “La satisfacción de la necesidad de autoestima conduce a sentimientos de autoconfianza, valía, fuerza, capacidad y suficiencia, de ser útil y necesario en el mundo”.
¿La misión? Hacer que nuestros/as chicos/as se sientan útiles y necesarios/as.
Alfonso García-Donas Sepúlveda
Psicólogo de Ampachico
Referencias: