Este artículo no es para ti. Por supuesto que puedes leerlo, pero cuando acabes te pediré que llames a tu hijo/a adolescente (esa edad comprendida entre los 10-12 y los 19-20 años, según la OMS) y le pidas por mí el favor de sentarse a leer esto, seguramente le interese. O no, ya lo veremos…

Hola, querido/a amigo/a. ¿Eres adolescente? Pues estas líneas son para ti. Lo primero, quiero agradecerte el tiempo y el esfuerzo que supone para ti leer esto, ya sé que tienes millones de cosas mucho más interesantes que hacer ahora mismo. Aún y así, me gustaría pedirte unos minutos de tu vida para transmitirte algunas ideas que creo pueden interesarte.

Sé que tu vida es bastante frustrante en muchas ocasiones. Recibes presiones de tus padres, de tus profesores/as y, en general, de todas las personas adultas que tienes alrededor: Que si hagas los deberes, que si estudies para el examen que está por venir, que si recojas tu cuarto, que si no dejes la ropa tirada por ahí, que si no me hables así… Un rollo, lo sé, pero esto forma parte de la vida, del crecimiento de una persona, de la evolución… Ha sido así desde el principio de los tiempos y me huelo que lo seguirá siendo hasta el final, así es la vida. Creo que conozco la razón de ello, y es que alguien dijo una vez que para poder dar órdenes, primero hay que aprender a recibirlas… Sinceramente, no me acuerdo quién dijo esto, pero me parece que no le faltaba razón.

La cuestión es que tu vida está llena de personas adultas que te dicen lo que tienes que hacer y tu mente, en muchas ocasiones, te ordena que hagas justo lo contrario, generando frustración, primero en ti mismo/a y luego en los demás. Lo que pasa en realidad es que “los mayores” saben que estás en una etapa de crecimiento (de evolución) y, aunque te parezca increíble, buscan lo mejor para ti. Sí, sí, lo sé, eso es lo que te dice todo el mundo. Lo que no te dice todo el mundo es que no siempre necesitas que te digan lo que debes hacer todo el rato, igual con un poco más de espacio vital harías mejor las cosas… ¿Quién sabe?

Lo que sí sé seguro, es que la mayoría de personas adultas ven la adolescencia como una etapa convulsa, como una bomba que está a punto de explotar en cualquier momento. Y lo piensan porque se les ha olvidado lo que significa ser adolescente, por lo que han perdido la capacidad de entenderte. Saben que estás en evolución, pero no lo entienden, ya no. Sin embargo, para mí la adolescencia significa OPORTUNIDAD.

Hasta hace poco eras un/a niño/a (en esto estaremos de acuerdo, ¿verdad?), pero ahora ya no lo eres. Todos esos cambios que sientes, todas las ideas cambiantes que rondan tu mente, todo ese torbellino de hormonas que hacen que veas tus problemas como los más grandes del mundo (sin que te falte razón en ello)… Toda esa marabunta de cambios internos y externos que no siempre eres capaz de entender ni de asimilar, hacen que el mundo sea un lugar extraño para ti algunos días, ¿verdad? Pues insisto, la adolescencia no es la peor etapa de la vida (como muchas personas se empeñarán en hacerte saber), sino la OPORTUNIDAD de convertirte en una persona adulta coherente, cultivada, razonable y bien formada.

Es como la transformación que sufre un gusano cuando quiere convertirse en mariposa, aunque primero debe pasar un tiempo metido en su capullo. ¡Tranquilo/a! No te estoy llamando ni gusano ni capullo, lo que te estoy diciendo es que estás en esa etapa en la que quieres convertirte en mariposa, un ser lleno de color y que puede volar por sí mismo/a, ¿lo entiendes mejor ahora? Eso es lo que significa transformarse en adulto/a y tú, querido/a amigo/a, estás justo en esa etapa. Pero para llegar hasta la vida adulta debes pasar por un montón de transformaciones, tanto físicas como mentales. Mi primer consejo es que empieces a aceptar este hecho, porque no tienes otra opción. Lo quieras o no, esas transformaciones ya están llegando a tu vida como las olas del mar rompen en un acantilado y acabarán por hacer añicos casi todo lo que hasta ahora dabas por verdadero.

Por todo ello, sé que a veces sientes que nadie te entiende y otras veces, aunque te entiendan, te tratan como si todavía fueras un/a niño/a, lo cual te enfada muchísimo. Por eso y porque aprecio la etapa en la que te encuentras ahora mismo como la MÁS IMPORTANTE DE UN SER HUMANO, me gustaría darte algunos consejos más si tienes a bien aceptarlos.

El segundo consejo que quiero darte es que te lleves lo mejor posible con los adultos que te rodean, aunque no siempre te apetezca. Sé que es un rollo, pero créeme cuando te digo que por ahora es la mejor manera de caminar por la vida. Insisto, para poder dar órdenes, primero hay que aprender a recibirlas.

Vamos a centrarnos en tu familia. ¿Por qué es bueno que hagas caso a lo que te dicen tus padres? Es simple, porque ellos ya pasaron por la etapa en la que tú estás ahora y porque, aunque te parezca súper increíble, actúan desde el amor incondicional que sienten por ti; siempre con la mejor de las intenciones, aunque a veces comentan errores, como todo ser humano que pisa la tierra. Ellos (tus padres) son más viejos y sabios que tú, aunque menos entusiastas y divertidos, y eso les da la capacidad de ser más sensatos y de tomar decisiones más acertadas. Lo que pasa es que no siempre saben transmitírtelo acertadamente.

Sea como sea, voy a contarte a qué tienes derecho dentro de casa (y fuera de ella):

  • Tienes derecho a tomar tus propias decisiones, incluso cuando a la larga resulten equivocadas.
  • Tienes derecho, por lo tanto, a cometer errores.
  • Tienes derecho a expresar tu opinión respetuosamente.
  • Tienes derecho a ser un poco rebelde, siempre que ello no implique hacer daño a quienes están a tu alrededor.
  • Tienes derecho a pedir con educación aquello que consideres que en justicia te pertenece.
  • Tienes derecho a tener tiempo libre.
  • Tienes derecho a tener un carácter entusiasta, divertido, espontáneo y sincero.
  • Tienes derecho a decidir lo que quieres estudiar y a lo que te quieres dedicar en el futuro.
  • Tienes derecho a elegir a tus amigos/as.
  • Tienes derecho a elegir tu religión, tus creencias más profundas, o a ser una persona atea.
  • Tienes derecho a cambiar de opinión.
  • Tienes derecho a elegir tu sexualidad: Heterosexual, homosexual, bisexual, transexual o asexual.
  • Tienes derecho a recibir una educación.
  • Tienes derecho a que tus necesidades básicas estén cubiertas.
  • Tienes derecho a intentar cambiar el mundo siguiendo los dictados de tu corazón.
  • Y tienes derecho, sobre todo, a ser tú mismo/a.

¡Fíjate todos los derechos que tienes! Aprovéchalos, exprímelos, haz con ellos tu propia bandera y hondéala allá donde vayas. Y aquí viene mi tercer consejo: Que nadie te convenza nunca de que no tienes esos derechos, porque los tienes, son tuyos.

Por otro lado, te doy mi cuarto consejo, y es que a la misma vez que tienes claros aquellos derechos, resulta igual de importante saber a qué no tienes derecho.

  • No tienes derecho a maltratar a tus padres, hermanos/as, amigos/as o cualquier persona que esté cerca de ti, ni física ni psicológicamente.
  • No tienes derecho a exigir de malas maneras nada.
  • No tienes derecho a expresarte gritando o insultando.
  • No tienes derecho a golpear a nadie.
  • No tienes derecho a desobedecer sistemáticamente (es decir, siempre) a tus padres y profesores/as.
  • No tienes derecho a comportarte como un/a cochino/a en casa, ni fuera de ésta.
  • No tienes derecho a saltarte las normas a la torera.
  • No tienes derecho a no colaborar en casa con aquello que se te pida educadamente.
  • No tienes derecho a pedir, pedir, pedir… Sin ofrecer nada a cambio.
  • No tienes derecho a creerte mejor que nadie. No eres menos que nadie, pero tampoco eres más.
  • No tienes derecho a exigirle a nadie que entienda tu punto de vista.
  • Y no tienes derecho, sobre todo, a pedirle a nadie que sea como tú eres o como te gustaría que fuera.

Bien, como ves, tienes una serie de derechos que, bien aprovechados, pueden hacer que te conduzcas por la vida de una manera que te beneficiará, estoy convencido. Pero para ello, insisto, también debes tener claro cuáles son las cosas que no puedes hacer. Porque si no tienes claro este punto, la vida va a darte muchos palos, créeme, te hablo desde la experiencia de alguien que no siempre lo tuvo claro.

Con todo, te voy a dar el quinto consejo: Trabaja para labrarte un buen futuro. Tu padre y tu madre (seguramente ambos) trabajan para ganar dinero. También es posible que uno de ellos trabaje como ama/o de casa. Si es el caso de tu familia y crees que este no es un trabajo, te propongo que seas tú el/la amo/a de casa durante una semana y compruebes lo duro que es llevar el timón de una familia. Te aseguro que se te quitarán las ganas de decir que ese no es un trabajo de verdad.

En cualquier caso, tus padres trabajan duramente (dentro o fuera de casa) para que a ti y a tus hermanos/as (si los/as tienes) no os falte de nada. ¿Cuál es tu trabajo, entonces? Estudiar. Métetelo en la cabeza. Para poder ser esa mariposa que vuela libre e independiente, primero has de cumplir el trabajo más importante de tu vida: El de adquirir una profesión. No te estoy diciendo que saques dieces, que seas el/la primero/a de la clase, ni que vayas a la universidad si no lo deseas. Te estoy diciendo que te labres un futuro, que ese es tu trabajo y como tal has de tomártelo.

Y fíjate que también tienes derecho a no estudiar, pero entonces cuando seas una persona adulta tendrás que enfrentarte a la más cruel de las violencias: La de la incultura y, por añadidura, la de la servidumbre eterna hacia otras personas. Echa un vistazo a tu alrededor, mira por un día las noticias en la televisión, y te darás cuenta de que el mundo es una jungla, donde sólo los más fuertes (los más preparados) sobreviven. Sé que no debería ser así, yo tampoco estoy de acuerdo con esta filosofía, pero lo cierto es que es así. Cuanto antes te entre en la sesera, mejor para ti, porque puede llegar un día en el que sea demasiado tarde.

Por lo tanto, sexto consejo: Sigue tu corazón y realiza aquello que te guste. No lo que los demás quieren que seas, no lo que te dicen que tiene más salida (la frase más odiada de todas, ¿verdad?), no lo que los demás esperan de ti… Haz sólo lo que te haga sentir un cosquilleo en la boca del estómago. Y para ello no hay mejor manera que estudiando aquella profesión que más te guste. ¿Quieres ser artista? ¡Adelante! ¿Quieres ser carpintero/a? ¡Pues adelante también! ¿Quieres ser médico, agricultor/a, cocinero/a, ingeniero/a, deportista, pastor/a, bombero/a, esteticista, psicólogo/a, fontanero/a, policía, pintor/a, peluquero/a, diseñador/a de moda, maestro/a…? Lo que sea, seguramente tus padres pongan todo lo que está en su mano para ayudarte a conseguirlo.

Pero no olvides que deberás dar algo a cambio, básicamente por dos premisas que nunca has de olvidar:

1. No hay victoria sin sacrificio.

2. Todo lo que merece la pena requiere previamente un esfuerzo, aunque los/as concursantes de gran hermano y demás fauna televisiva intenten convencerte de que esto es mentira. La mentira son ellos/as, créeme.

Tus padres te dan comida, ropa, educación, un techo bajo el que vivir, dinero para divertirte, te dan los juguetes tecnológicos que más te gustan (móvil, ordenador, Tablet, consola)… A ellos les debes la vida que estás viviendo, plena y satisfactoria, repleta de todo lo que puedes necesitar para seguir existiendo y más aún. Sin ellos, no tendrías nada de lo que acabo de comentar ¿Qué te piden a cambio? Respeto y compromiso con tu trabajo. Nada más… Ni nada menos.

Sé que a veces es difícil, sé que algunos días estás deseando largarte de casa, sé que muchas veces te sientes incomprendido/a, sé que muchos días el mundo es para ti un lugar hostil, sé que a veces no te entiendes ni tú mismo/a… Pero también sé que tienes una fuerza en tu interior que difícilmente volverás a sentir cuando te transformes en mariposa. Esa fuerza que te hace ser joven, tener ilusión, salir del capullo y tener ganas de comerte el mundo no volverá si no la cultivas y la potencias ahora. Y no hay mejor manera de hacerlo que (y aquí viene el séptimo y último consejo) comprometiéndote con tu trabajo para llegar a ser quien tú quieras ser, aprovechando tu tiempo libre para divertirte y escuchando a quienes son más viejos y sabios que tú, aunque luego tomes tus propias decisiones, pero por lo pronto escúchales y guárdales el respeto que se merecen. Creo que por ahora es la mejor decisión que puedes tomar.

Con todo, te doy las gracias por tomarte la molestia de regalarme estos minutos de tu tiempo. Espero haberte aportado algo sobre lo que poder reflexionar el resto de tu vida. Porque amigo/a, la vida es una sucesión de pasos que nunca volverás a dar. Y esta etapa en concreto, la de la adolescencia, es la oportunidad que te da la misma vida de ser quien tú quieras ser.

¡PUES ADELANTE!


Alfonso García-Donas Sepúlveda
Psicólogo de Ampachico