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Desatención.

A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades.
A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades lúdicas.
A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares.
A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
A menudo evita, le disgusta dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades.
A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
A menudo es descuidado en las actividades diarias.

Hiperactividad.

A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento.
A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera permanezca sentado.
A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo.
A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
A menudo “está en marcha” o suele actuar como si tuviera un motor.
A menudo habla en exceso.

Impulsividad.

A menudo precipita respuesta antes de haber sido completadas las preguntas.
A menudo tiene dificultades para guardar turno.
A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (p.ej., se entromete en conversaciones o juegos).

¿POR QUÉ APARECEN LAS RABIETAS?

Todo el procesamiento de la información es emocional. La emoción es el nivel de energía que impulsa, organiza, amplifica  y atenúa la conducta. Pero esta energía es regulada a través de las funciones ejecutivas.

Las personas con TDAH tienen dificultades en el manejo de las emociones, debido a un déficit neurobiológico. Por ello, estos viven con mayor intensidad y durante más tiempo, llegando a tener incluso explosiones emocionales. En estos casos invaden todo el «sistema» y dificulta el poder atender a otras cosas.

Dificultad en la autorregulación de las emociones en el TDAH

Las emociones condicionan nuestra conducta, si estoy enfadado o preocupado o nervioso, me será difícil sentarme a estudiar. Si siento rabia, me rebelaré contra las normas, si tengo miedo me costará iniciar una acción novedosa, etc. De tal modo, que nuestro estado emocional regula nuestro comportamiento. Si no somos capaces de regular nuestras emociones no seremos capaces de regular nuestras conductas.

En el TDAH esa función regulatoria «falla». Por eso, es fundamental entrenar en el manejo del lenguaje interno, es decir en el entrenamiento de las autoinstrucciones:

«si me pongo nervioso voy a hacer mal la actividad», «tengo que intentar no enfadarme porque si no me van a castigar», «es mejor que no diga esto ahora, porque me puedo meter en un problema», «aunque no me apetezca, es mejor que pida perdón por lo que he hecho», etc.

El proceso de entrenamiento en autoinstrucciones con niños con TDAH es lento y es un proceso muy costoso hasta que llega a automatizarse.

Video: rabietas.

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FUNCIONES DE LAS RABIETAS

Video: «Cómo controlar las rabietas»

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¿QUÉ PODEMOS HACER?

Extinción:

Tiempo fuera.

Manejo de las emociones.

Mejorar la comunicación (forma asertiva).

Fomentar la toma de decisiones y alternativas.

Enseñarle autocontrol. «Sin remover el pasado».

Lo primero que debemos hacer para controlar una rabieta es no perder nosotros el control.

No podemos decirle al niño que se calme, si estamos gritándole y con signos evidentes de que estamos nerviosos…

¿QUÉ LE ESTAMOS TRANSMITIENDO?

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Observa bien las señales que indican el comienzo de la rabieta: una respiración acelerada y ruidosa, apretar los puños y dientes… En su punto álgido el niño da patadas, se tira al suelo, se da cabezazos.

Conociendo el curso, puedes ayudarle a que desaparezca antes de que llegue a este punto. Por ejemplo, desviando su atención. ‘Mira, cariño….’

En caso de un niño mayor es recomendable salir con él del lugar u ofrecerle ayuda.

Cuando la rabieta ya está en su curso, lo mejor es no intervenir ni razonar con el niño. Deja que se desahogue y la rabieta tenga su curso, procurando que no se haga daño.

Cuando termine la rabieta puedes decirle algo como ‘estabas muy enfadado ¿verdad?’. Actuando como si fueras el espejo de sus emociones, le ayudarás a entenderse a sí mismo. No debes nunca ceder ante sus deseos, ya que en este caso las rabietas se convertirán en una táctica aprendida que le resulte beneficiosa.

No le critiques ni castigues por tener rabietas.

Por ejemplo decirle: “¡Qué malo eres! ¿No te avergüenzas?”… le hará perder el respeto por sí mismo. Recuerda que las rabietas son una descarga de emociones a una edad en la que el niño aún no dispone de otros medios.

Dale plenas oportunidades para ser autónomo y decidir por sí mismo.

Un ambiente muy restrictivo aumenta las rabietas, mientras que otro flexible las disminuye.

Puedes darle la oportunidad para que él/ella mismo/a encuentre soluciones a sus problemas…

RECUERDA….

Tu estado de ánimo influye en que la rabieta desaparezca o se mantenga… mantente calmado/a.

Ayúdale en: manejo de las emociones, la comunicación, toma de decisiones y alternativas y autocontrol.

¡¡El refuerzo positivo es más efectivo que el castigo!!padre e hijo


Tamara